viernes, 17 de febrero de 2012

Prologo

Hola, aqui al habla Younaä Dalmin y bueno, aqui traigo una historia que lleva años rondando por mi mente y la verdad es que me alegro bastante de haber empezado a plasmarla con palabras. He de decir que no tenía pensado subirla ni crear este blog ni nada pero unas personas muy importantes para mi me han estado animando a subirla y bueno...aqui esta....

El prologo esta hecho de una manera en la que no se entiende casi nada puesto que quiero que se valla explicando a lo largo de la historia, hay palabras inventadas (ritem) y otras en otros idiomas. Hay algunas que no puedo explicar puesto que la propia trama explicará que significa pero de otras dejaré al final de la entrada que significan.

Sin más digavaciones aqui traigo el prologo. Siento si hay faltas de ortografía.




Carlos se veía incapaz de incorporarse, la cabeza le daba vueltas y notaba la sangre acariciando la piel de su nuca, lo más seguro es que tuviese una fuerte conmoción. Su vista era borrosa y los márgenes se iban oscureciendo, escuchaba la voz de Sólrac suplicándole que se levantase pero solo era un leve susurro para él. Intentó mover los dedos de la mano derecha pero solo recibió un agudo dolo, su dedo meñique se movió un poco. Un ronco gemido se escapó de sus labios y giró el rostro con cuidado para mirar a la pared que estaba cerca suya, el color azul pastel de la pintura estaba lleno de manchas de sangre y había algunos agujeros de bala. Volvió a intentar mover los dedos, esta vez consiguió algo más pero el dolor no disminuyó, había consumido demasiado ritem y su cuerpo estaba completamente desgatado.

Sus extremidades estaban completamente entumecidas, cosa que en cierto sentido no era tan malo puesto que así no sentía el dolor de su brazo izquierdo que se había roto al caer sobre el al suelo ni  el corte que recorría por completo su muslo derecho. Cerró los ojos y espero pacientemente a que la inconsciencia o la muerte, lo que llegase primero, viniese a por él.

-¡Joder Carlos! ¡Levántate!- Sólrac volvió a zarandearle, esta vez con más violencia que antes- Hazlo por Gala o por Scott…- Carlos sonrió un poco. Era cierto, aún no sabía si sus amigos seguían vivos- Hazlo por los niños…

Carlos entreabrió los ojos y miró a su Doppengänger. No se acordaba de los niños, había olvidado por completo que los mellizos se encontraban en la casa. El llanto de uno de ellos se seguía escuchando por toda la vivienda pero estaba demasiado cansado como para percatarse de ello.

-E..ellos…- Su voz sonó ronca y la garganta le ardió- Glen…y Liam…debo ir… -Intentó levantarse, apoyándose en el brazo sano para hacer fuerza pero este le falló y volvió a caer. Soltó un leve quejido y toda la habitación dio vueltas. Le entraron nauseas y tosió bruscamente. Notó la acidez en la boca del estomago y dejó que la tos le hiciese vomitar aunque solo expulsó sangre y bilis. Las nauseas continuaron durante varios minutos más y poco a poco la mente de Carlos se fue despejando. Debía de buscar a los bebés y ponerlos a salvo, se lo había prometido a Gala.

Estiró su brazo derecho hacía una silla que estaba tirada cerca suya y se agarró a ella para levantarse con más facilidad. Se tambaleó un poco y las manos semincorpóreas de Sólrac le ayudaron a mantener el equilibrio y consiguió ponerse en pie. Su respiración era lenta y acompasada, apenas sentía su cuerpo y el sabor de la sangre se había quedado en su boca.

-Así se hace, ese es mi Master- la alegre voz de Sólrac le recordó a Carlos al sonido del viento al pasar entre las secas hojas del viejo olmo del jardín de su casa. El chico asintió  y una hermosa sonrisa se dibujó en el azabache rostro del Doppengänger. El joven master empezó a andar, iba lento y tambaleándose pero gracias al agarre de Sólrac y utilizando la pared como muleta conseguía avanzar. Arrastraba el pie derecho e iba dejando un rastro de sangre. Sabía que no debía de moverse pero no podría dejar a los niños solos. Además debía de saber si Scott y Gala estaban bien.

El llanto el bebé era cada vez más fuerte y Carlos se permitió alegrarse un poco al saber que a pesar de estar completamente a oscuras había conseguido llegar hasta el cuarto de los mellizos. Agarró con mano temblorosa el pomo y cerró sus dedos entorno al metal. El frío que trasmitía le reconfortó. En la blanca superficie de la pared se podía leer “Glen y Liam” era una caligrafía simple, de tramos sencillos pero hermosos, sin duda la letra de Gala. Estaba pintado con un fino pincel que hacía que la simpleza de esa letra quedase muchísimo mejor, lo habían escrito con un lindo tono de azul marino. El preferido de la pelirroja.

Respiró hondo y abrió la puerta, temeroso.

Contempló aliviado que la habitación estaba en perfecto estado. Las paredes no tenían restos de sangre, ni marcas de balas o cortes. La ventana se mantenía abierta y sentada en el alfeizar de ella estaba Gala, cantando una nana en voz baja, tan baja que el llanto de Glen hacía que fuese casi imposible oírlo. La pelirroja acunaba lentamente a Liam que le miraba con absoluta adoración y un extraño brillo en sus ojos, estiraba sus pequeñas manitas hacia el rostro de su madre. El otro niño seguía llorando en su cuna ¿Por qué uno estaba tan tranquilo y el otro no dejaba de llorar? ¿A caso Glen notaba la locura que se había apoderado de su madre?

Gala seguía cantando, de espalda a Carlos. Su oscuro vestido de noche estaba intacto y su ondulado cabello cobrizo caía elegantemente sobre sus hombros y espalda, tapando la piel que dejaba al descubierto el vestido. Su voz era suave y tranquilizadora, ella siempre había poseído una voz digna de un cantante profesional pero Alag fue creado y todo su futuro se resquebrajó en pocos segundos.

Carlos cerró los ojos y recordó a Gala hacía solo unos años, girando sobre si misma con los brazos extendidos. Su vestido de color esmeralda se abría a su alrededor y giraba al mismo tiempo que ella mientras su alegre risa inundaba toda la sala. Era tan hermosa, tan joven, tan bella, tan humana…

Un leve chasquido sacó al chico de sus recuerdos. Fue un sonido casi imperceptible pero el oído de Carlos estaba demasiado acostumbrado a él. Llevaba años luchando al lado de ese leve chasquido. Era el sonido que hacía el seguro el revolver de Scott al ser quitado. Carlos giró el rostro y contempló como su amigo, en la otra esquina de la habitación apuntaba a su mujer con el arma. Sus manos no dejaban de temblar y sus hermosos ojos verdes estaban cristalizados por las lágrimas que deseaban salir. Se mordía el labio inferior con nerviosismo y la sangre resbalaba por su barbilla.

-¿Qué demoni….?- Empezó a susurrar Sólrac pero su master le cayó con un simple movimiento de su mano. Si Gala y Scott no se habían dado cuenta de que estaban presentes mejor.

-Deja a Liam en la cuna Gala…-Susurró Scott, la pelirroja levantó la vista y Carlos tragó saliva. Sus ojos habían dejado de ser aguamarina y habían adoptado el color dorado de los veroordeeld. –Aléjate de ellos…

-¿Por qué Scott? También son mis hijos…- Su voz no denotaba ningún sentimiento y su rostro se mantenía indiferente pero aún así se levantó con lentitud y se acercó a la cuna para dejar a Liam. Parecía que la chica estaba intacta a diferencia de Carlos o Scott, como si acabase de salir de la fiesta a la que habían asistido y no como si llevase toda la noche luchando a muerte entre ellos. Gala depositó a su hijo en la cuna y rozó el cuerpo de Glen, este, al notar el contacto, empezó a llorar más fuerte que antes.

-He dicho que te alejes- Le recordó su marido y ella asintió, volviendo a la ventana. Acarició el cristal con delicadeza, como si supiese que era la última vez que iba a hacerlo y luego se giró, sonriendo.

A Carlos le pareció ver sufrimiento, desesperación y suplica en los ojos de Gala aunque sabía que eso era imposible. Los veroordeeld no sentían nada aparte de locura.

-Perdóname Gala…- La voz de Scott se rompió en un sollozo ahogado y las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas. El cuerpo de Carlos se movió en un acto reflejo y corrió hacia la pelirroja. Sabía que era una locura y que estaba haciendo mal, sabía que lo correcto era hacer lo que estaba haciendo Scott igual que sabía que no llegaría a tiempo. Pero siguió corriendo hacia ella, siempre sintió la necesidad de protegerla y aunque esa no fuese igual que antes seguía siendo Gala- Ik hou van jen…-Susurró Scott en el idioma de su esposa.

-¡SCOTT, NO!- Gritó Carlos y estiró el brazo sano aunque ya era demasiado tarde.

Un disparo resonó en toda la habitación, el llanto de Glen cesó de inmediato y la sangre salpicó el rostro de Carlos.




Veroordeeld significa condenado o condenados y es holandes, al igual que Ik hou van je, que significa te amo.


Por favor dejen comentarios diciendo que os parece y que creeis que falla en mi forma de narrar.

Que paseis un buen día, noche o lo que sea pero que sea bueno ;)